02 diciembre 2006

Deutschland

Hace unos pocos meses estuve en Alemania visitando a mi dama que está terminando su carrera allí. Estuve 5 días, de los cuales 1 de turismo en Munich, 2 de turismo en Ulm y 2 en la Oktoberfest. Alemania es un país precioso, lleno de prados, bosques y granjas que se contemplé con agrado desde el asiento de un tren. Pequeños pueblos con casas unifamiliares de techos rojos, entre los que sobresale la torre de una iglesia, salpican el paisaje también.
Allí se me cayeron algunos mitos sobre Alemania:
Mito #1: La comida está mala.
La comida era excelente y no muy cara. Uno podía comer fuera de casa perfectamente con 10-15€ por persona. Las carnes y las salsas se acompañaban con verduras de las granjas que antes mencioné.
Mito #2: La gente es arisca.
Si bien allí hablan más bajo y tardan más en tener confianza con uno, yo me encontré con gente muy amable y con los que se podía estar a gusto.
Mito #3: La eficiencia alemana.
Los trenes sufrían retrasos graves. Aunque ahora que lo pienso entre la Oktoberfest y que había una huelga de trenes tampoco se portaron tan mal. Eso sí: los trenes en Alemania son excesivamente caros. Y dado que no hay control de ticket anterior al viaje, es muy tentador colarse, exponiéndote a una bronca de 20 minutos en alemán por parte del revisor.
Mito #4: El clima.
Hizo buen tiempo cuando estuve allí y hasta pasé calor en algunos momentos. A mi piel y a mi pelo le sentó muy bien aquel clima.
Otro mito, sin embargo, quedó confirmado:
Mito #5: La cerveza.
Allí (en concreto en el pub Barfüßer de Ulm) probé la mejor cerveza que he tenido el gusto de beber. Además la cerveza es muy barata. Sobre todo si la comparamos con el agua mineral: 1 litro de agua mineral, 5€; 1 litro de cerveza, 5€. ¡El paraíso!
En líneas más concretas, Ulm es una ciudad encantadora, de unos 150000 habitantes, que tiene el privilegio de hallarse a la sombra de la torre gótica más alta del mundo. Si no recuerdo mal eran 165 metros. 768 escalones que subimos mi dama y yo.
Munich también es una bonita ciudad, con las obvias salvedades de una gran ciudad, la tercera en población de Alemania tras Berlín y Hamburgo. Con respecto a museos, sinceramente, prefiero los de Madrid.
La Oktoberfest es la mayor feria del mundo y uno se lo pasa realmente bien. Solo, con los colegas, con la familia o con la pareja, encontrará su sitio aquí. Mucha gente iba caracterizada con el atuendo típico bávaro que mantiene vivo el espíritu de esta feria. Me he prometido que si vuelvo lo haré vestido así. Hacerlo de otra forma sería convertir esta preciosa feria en una feria más como la de cualquier pueblo.
En definitiva, yo nunca he estado más lejos de mi casa como en aquellos momentos, y, sin embargo, nunca me he sentido más en casa.