27 mayo 2007

Elecciones

Hoy se han celebrado las elecciones autonómicas y municipales. Y se me ha ocurrido que podría hablar de la aplicación de dos tipos de ética (por supuesto una superior a la otra) a la hora de votar.

Max Weber en su obra “El político y el científico” distingue entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. A primera vista pueden parecer igualmente válidas, pero con un sencillo ejemplo podrá entenderse cómo la ética de la convicción es superior a la ética de la responsabilidad. Si un hijo es secuestrado por una banda de maleantes, se presentan dos opciones: La ética de la responsabilidad dicta que se pague el rescate, dado que se tiene responsabilidad sobre la vida del niño. Sin embargo, sabemos que si pagamos el rescate dicha banda continuará utilizando el secuestro como forma de obtención de fondos, además de mandar el mensaje a otras bandas de maleantes de que el secuestro es una buena manera de financiarse “porque la gente paga”. A este respecto hay una película recomendable llamada “Rescate”, dirigida por Ron Howard y protagonizada por Mel Gibson. Pues bien, la ética de la convicción, debido a esto, se opone al pago de tal rescate. Y esto es lo que ha de hacerse, pues el pago de un rescate nunca garantiza la supervivencia del niño en cuestión; ni el hecho de no pagar asegura la muerte del niño. Y aun si la asegurara, no sería culpa nuestra si ellos son unos asesinos. Si por no pagar el rescate mi hijo muere, sigue siendo culpa de los secuestradores, y nadie podrá reprochar a los padres que no pagaran el rescate.

“Y bien, ¿qué tiene todo esto que ver con una votación?” podríamos pensar. Pues todo. En un contexto de democracia parlamentaria se deviene de forma lógica y natural hacia la polarización bipartidista y en ocasiones maniquea. Si caemos en ella, pensaremos que uno de los dos partidos principales es muy bueno y el otro muy malo, o, simplemente, que no votar a uno de esos dos partidos es tirar el voto. El llamado “voto útil” es la esencia de la ética de la responsabilidad hecha papeleta. Los partidos que no sean los dos principales se verán ninguneados merced a este “voto útil”, aun cuando se piense que serían una mejor opción que cualquiera de los dos principales.

Si se piensa que un partido “minoritario” tiene más razón que los dos “mayoritarios”, la opción ética, la opción valiente, es la de votar al minoritario, porque de esta forma de pensar, uno de los partidos mayoritarios se convierte en el ejemplo el secuestrador de España y el otro se convierte en el rescate (si no quieres que gobierne el PSOE, vota PP, dicen algunos, o viceversa, si no quieres al PP, vota PSOE; si no quieres que maten a tu hijo, paga el rescate, un voto es el precio).

Si realmente no se piensa que PP o PSOE son la mejor opción, no hay que votarles por ética de la responsabilidad. La ética e la convicción es más elevada. Hemos de ser valientes y votar a la opción que creamos mejor, independientemente de los chantajes a los que nos veamos sometidos. Hemos de ser personas íntegras, integérrimas. Kant también nos dice esto cuando dice “actúa de tal forma que la máxima de tu acción pueda convertirse en ley universal”. Venderse, rebajarse por las circunstancias no puede ser ley universal. Quizá esté bien para el ganado, o la maquinaria, pero rotundamente no para los humanos.

Votemos en conciencia, pues. Y si no existe ninguna opción política que merezca nuestro voto, invito a todo el mundo a que sea creativo y a confeccionarse un voto nulo que haga pensar a los miembros de la mesa electoral. Frente al “voto útil” de los pusilánimes, el “voto valiente” de las personas con consciencia social.
Por último, y para relajarnos, un par de cosas:

20 mayo 2007

Deutschland noch mal

En primer lugar he de disculparme por mi tardanza a la hora de actualizar este blog. Intentaré hacerlo más a menudo (no prometo que lo intentaré, pero intentaré intentarlo).

Estuve de nuevo en Alemania el pasado Febrero para ayudar a mi apreciada dama a regresar de su periplo teutónico. Los primeros días estuve algo enfermo, pero pronto tuve la oportunidad de apreciar varias maravillas de aquel país: la ciudad de Nuremberg, los castillos de Hohenschwangau y Neuschwanstein, la festividad popular “funkenfeuer”, el museo del pan (hmm… pan…)
La ciudad de Nuremberg tiene una historia fascinante y recomiendo especialmente el museo nacional alemán (excepto “casi” todas las salas del arte del siglo XX) y el castillo, escenario de la capitalidad de los Austria y del Sacro Imperio durante siglos. Allí también me encontré con el “Bar Celona” un bar de emigrantes asturianos con más de 70 años de historia, parece ser. El día que fuimos estaba cerrado el museo de los famosos “juicios” de Nuremberg, así que iré otro día a ver si merece la pena.
El castillo de Neuschwanstein es la máxima expresión del romanticismo hecho edificio. Es maravilloso por dentro y por fuera. El de Hohenschwangau es obligado también. En la tienda de souvenirs me volví loco y me gasté cerca de 90 €. Llegué a sentir envidia de los bávaros por haber tenido reyes como Luis II, el constructor del castillo. El castillo de Neuschwanstein está en la encuesta de las modernas 7 maravillas del mundo. Os invito a votarla. En su momento Luis II fue muy criticado por dedicarse a construir castillos, incluso acusado de demencia, recluido y, según ciertas teorías, asesinado. Pero hoy en día, dado que es el monumento más visitado de Alemania y el que más ingresos proporciona a la hacienda alemana, probablemente se lamenten de que Luis II no hubiese seguido haciendo realidad sus fantasías románticas, wagnerianas. Europa necesita más héroes como él.
La “funkenfeuer” es una fiesta popular alemana en la que se hace una gran hoguera a las afueras de los pueblos en la que se solía quemar un muñeco de cartón representando a una bruja. En aras de la corrección política liberal han suprimido dicha imagen. Es muy triste ver cómo se destruyen tradiciones centenarias por la susceptibilidad tiránica del capitalismo y sus aliados. Funkenfeuer significa fuego chispeante, y parece ser una de tantos rituales paganos relacionados con las estaciones que posteriormente fueron reciclados al cristianismo. Mi dama y yo fuimos los únicos que acudimos a esta fiesta a la que estaban invitados alrededor de 100 estudiantes, creo recordar. Empezamos una pequeña caminata cada uno con una antorcha encendida y al llegar al lugar, echamos la antorcha a la hoguera pidiendo un deseo, como es tradicional. Allí se servía la bebida tradicional de esa noche, consistente en vino con naranja y canela, y la comida tradicional, que es una rebanada de pan con una capa de un dedo de grosor de manteca de cerdo con chicharrones. Al inicio de la hoguera los niños cantan una canción específica de esa noche, pero nosotros no llegamos a tiempo de oírla. Nos lamentamos con los lugareños del poco interés cultural mostrado por los estudiantes. Era el día de año nuevo chino y la mayoría de los estudiantes invitados estaban emborrachándose con los estudiantes chinos para celebrarlo. Entonces bromeé con la idea de que sí les interesaba la cultura, pero no la alemana, sino la china.
En fin, es un país genial. Al menos el sur es genial.